La filosofía detrás del Protocolo

Protocolo en diálogo intercultural
Protocolo en diálogo intercultural

Cuando mencionamos la palabra “protocolo”, el conjunto de imágenes que normalmente surge en nuestras mentes está relacionado con grandes banquetes, estrictas normas, interminables títulos, muchos cubiertos y un rígido ceremonial. Sin embargo, como cualquier otra práctica o disciplina, el protocolo va más allá.

Uno de los elementos que siempre me ha fascinado ha sido la comunicación, en su aspecto más esencial. Esto ha determinado mis estudios ¡y también este blog! Ya sean redes sociales, interacción empresa-cliente, traducción, díalogo intercultural o protocolo, sigue englobándose dentro de los procesos de comunicación.

El rol del protocolo en la comunicación

 

No es ningún misterio que el protocolo surge como un conjunto de normas necesarias para garantizar un desarrollo fluido de un acontecimiento.

En base a este principio, mi visión personal de la filosofía detrás del protocolo es la de un marco que se establece a fin de que se produzca una conversación; y con conversación no me refiero a una conversación cotidiana, sino a un intercambio. Es el marco que permite que los participantes de esa conversación sean respetados y dispongan de un espacio vital lo suficientemente amplio para que se sientan cómodos, y lo suficientemente limitado como para que no moleste a los demás.

Podemos encontrar este principio en un encuentro entre dos jefes de estado de culturas diferentes, en el que establecer un marco neutral es esencial para que ninguno de ellos se sienta ofendido.

Pero también lo encontramos en una boda, en la que se establecen ciertas pautas a fin de que el evento pueda transcurrir y todos los invitados, así como los novios, disfruten del evento. O, más aún, en una conversación cotidiana, en la que ambas personas puedan expresarse libre y respetuosamente.

 

Lo malo no es el uso, sino el abuso

 

Nuestra sociedad tiene la bendición y maldición de querer ir siempre “más allá”. Eso lleva muchas veces a increíbles logros a través de la perseverancia y desarrollo de nuestros límites. Sin embargo, también lleva al abuso de lo que en un principio era útil.

El protocolo ha sido una de la mayores víctimas de este abuso: pasando por monarcas que lo utilizaban para distanciarse (incluso físicamente) de su corte y/o personal, diferenciación de estratos sociales ¡y hasta divisiones ideológicas, religiosas y políticas!

Es en este punto en el que el protocolo deja de ser una herramientas para convertirse en un arma; en el que en lugar de acercar dentro de un marco, utilizamos el marco para establecer separaciones.

Lamentablemente, el abuso y el desprestigio del protocolo no vienen únicamente de mano de monarcas o instituciones, sino también de los propios protocolistas.

 

El Protocolo inteligente

 

Confusión en la presentación
Confusión en la presentación

Uno de los términos que mas me ha fascinado en el espectro del protocolo es el de “protocolo inteligente” o, mejor dicho, la aplicación inteligente del protocolo. Como he comentado antes, el protocolo es una herramienta relacionada con la comunicación; y la comunicación es algo cambiante, vivo, orgánico. Y así deben de serlo los preceptos que la regulan.

El mejor protocolista es aquel que sabe cuando limitarse a la norma y cuando saltársela. Y, en ambos casos hacerlo de forma natural y elegante. Y la elegancia, es un “saber hacer”, no algo que pueda transmitirse con un abuso de normas, mayores divisiones o extravagancias.

Numerosos protocolistas se empecinan en endosar con calzador ciertos aspectos que ya han quedado obsoletos y, peor aún, entremezclarlos o usarlos para defender ideologías políticas o religiosas personales.

 

Lo que el protocolo NO es

 

El Protocolo no católico, el protocolo no es monárquico, el protocolo no es pro-militar, ni es de derecha, izquierda, arriba o abajo. Existen, lógicamente, asignaturas específicas para abarcar ciertas instituciones que, debido a su antigüedad, tienen un protocolo más complejo. Pero ese es el punto final de la cuestión.

El Protocolo no es un modo de lobby. El protocolo es una profesión, como cualquier otra (o la mejor ¡para los que la estudiamos!).

El Protocolo no es algo inútil, ni tampoco estanco. El protocolo es una herramienta que, en su justa medida, puede ahorra trabajo e incomodidades, tanto en nuestro día a día, como en cualquier organismo. Es, además, algo vivo y dinámico.

 

El Protocolo en el s. XXI

 

Evento en línea
Evento en línea

A medida que avanzamos en el s. XXI las nuevas generaciones nos vamos acercando más al campo del protocolo, y llega el momento de pasar el testigo para muchos profesionales. Nuestras formas de comunicación han variado enormemente: ahora tenemos eventos en línea, o eventos físicos en los que los asistentes están pegados a una pantalla para hacer partícipes a miles de personas que no están presentes allí. Incluso hemos experimentado cambios en la legislación, como el código de buen gobierno.

En lo que se convierta el protocolo a partir de ahora depende, básicamente, de las nuevas generaciones. Y en este cambio, no hay cabida para aquellos que no están dispuestos a cambiar, o aquellos que ven el protocolo como un simple conjunto de formas, o una forma de hacer dinero.